Lunes, 8 Marzo, 2021

Marzo: mes de la mujer. Nosotras nos organizamos.

En nuestras sociedades la violencia de género opera y se expresa de diferentes formas y con distintas intensidades que afectan múltiples dimensiones de nuestras vidas. Las instituciones y espacios laborales son lugares donde se materializan y expresan un gran número de esas desigualdades y violencias por motivos de género, por eso resulta necesario encontrarnos y organizarnos para entre todas y todos comprometernos en eliminarlas.

El Mercado Central no está exento de ello, por el contrario, es un ámbito históricamente masculinizado y desigual en la mayoría de sus actividades. Pero nada es definitivo e inamovible, por eso a finales del año 2020, entre trabajadoras, puesteras y demás mujeres que integramos la comunidad del Mercado Central decidimos encontrarnos, reunirnos, reconocernos, acompañarnos, abrazarnos y empezar a caminar juntas esta lucha por la igualdad. De esa unión surgió la constitución de la primera Comisión de Género del Mercado Central. 

Acá estamos, ahora que sí nos ven 

Durante febrero y marzo, nuestra Comisión volvió a encontrarse con fuerza para preparar las acciones del 8M y, también, retomar la agenda de trabajo prevista para este año. 

En esa agenda incluimos, principalmente, la implementación de la Ley Micaela para todas las personas, sean autoridades o trabajadores del edificio administrativo del Mercado. Además, decidimos encarar una propuesta para la conformación de una guardería y continuar con los relevamientos con perspectiva de género iniciados en 2020. 

En esta misma línea, acordamos estrategias para seguir trabajando en llegar con la Comisión a más mujeres del Mercado, en particular aquellas que trabajan en las naves mayoristas, las ferias minoristas y demás comercios. Creemos que esto es fundamental para que ninguna se sienta sola y pueda encontrar en la Comisión un espacio de pertenencia, acompañamiento y construcción de libertad de aquello que nos oprime.

Por último, a raíz de situaciones vividas por compañeras -antes y ahora- nos dispusimos a revisar el protocolo que generamos en 2020 a fin de incorporar mecanismos específicos de intervención frente a cada situación, que sean adecuados a nuestra realidad en el Mercado. Además, comenzamos a escribir el estatuto interno de funcionamiento de la Comisión, que nos represente a todas de manera horizontal. Esto nos llevó largos encuentros de debates para poder diseñar y construir acuerdos e ideas comunes a todas. Poder pensar cada situación a abordar e, incluso, poder revisar nuestras propias nociones que claramente hemos forjado también a luz de los estereotipos sociales hegemónicos y que necesitamos deconstruir para seguir creando nuevos modos de sentir y habitar este mundo, con más igualdad. Así es como creemos que se construye la organización feminista. 

No es un camino fácil, pero debemos y queremos construirlo juntas, es nuestra responsabilidad. Tenemos la fuerza, la propia y la de cada mujer que ya no está, la de cada mujer que luchó antes y que lucha ahora, desde cada lugar, por lo mismo que nosotras. 

¿Por qué es tan importante la Ley Micaela?

En la actualidad, todas y todos los trabajadores del Estado debemos capacitarnos en materia de género. Esto es así, gracias a la Ley Micaela, promulgada en enero del 2019, dos años después del femicidio de Micaela García en Entre Ríos. Ella era una joven militante por los derechos sociales que formaba parte del Movimiento Evita y del Ni Una Menos. Sebastián Wagner confesó haber violado a la joven y fue condenado a reclusión perpetua por este caso. El femicida había sido condenado a nueve años de prisión por causas anteriores, pero el juez de Ejecución Penal Carlos Rossi que tramitaba su expediente por cuatro violaciones, decidió que era adecuado otorgarle la libertad condicional en julio del 2016. En este contexto y con un grave antecedente penal y sin cumplir condena, Wagner violó y mató a Micaela. El juez Carlos Rossi y, por lo tanto, el Estado también son los femicidas de Micaela. 
El crecimiento del movimiento feminista y este femicidio, como clara expresión de la desigualdad de género que se reproduce al interior de las instituciones estatales, obligaron a nuestro Estado Nacional a reconocer la necesidad imperiosa de construir una nueva forma de funcionamiento, de generar políticas públicas con perspectiva de género y de capacitar en esta perspectiva a todos y todas quienes integran el Estado (y, esperemos, las organizaciones políticas), especialmente funcionario/as de alto rango.

Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese, quienes integramos la Corporación del Mercado Central también somos trabajadores y funcionarios/as estatales y por ello debemos capacitarnos en el marco de esta Ley. 

Es una oportunidad para pensarnos y revisar nuestro propio accionar. Muchas veces, incurrimos en tratos naturalizados que se suponen que no afectan a la integridad de una mujer, pero que luego de revisarlos entendemos que forman parte de una estructura social desigual y que la perpetúan, por más pequeños o sutiles que nos parezcan.  Desmenucemos esto con algunos ejemplos: violencia de género no es solamente golpear físicamente a una mujer. Cuando una mujer cobra menos que un varón por igual cargo y tareas estamos en presencia de eso que llamamos patriarcado. Si lo tomamos como algo normal o natural, lo estamos validando. El hecho de que las mujeres seamos más responsables frente a las tareas domésticas o el cuidado de los niños, también es un factor de opresión. El acoso y los gritos constantes hacia las mujeres solo por el hecho de caminar en un espacio lleno de varones- como las naves- también es algo a cambiar para una sociedad más justa y respetuosa

Desde Presidencia de la Nación sostienen al respecto de la Ley Micaela que la búsqueda es “transmitir herramientas y (de)construir sentidos comunes, que cuestionen la desigualdad y la discriminación, y transformen las prácticas concretas de cada cosa que hacemos, cada trámite, cada intervención, cada proyecto de ley y, en definitiva, cada una de las políticas públicas. Se trata de una oportunidad para jerarquizar la formación y ponerla al servicio del diseño de políticas públicas con perspectiva de género en clave transversal, es decir, en todo el Estado”.

Los tiempos corren y las sociedades se transforman. Sabemos que el Mercado Central también está atravesando este proceso de transformación, que debemos garantizar que sea a favor de la igualdad de oportunidades y del trato que todas y todos nos merecemos.